Me encantaría saber escribir bien,
me encantaría saber ya todo eso que quiero aprender,
me encantaría vivir en el mañana.
Sin embargo no quiero perderme ni un segundo del ahora,
del proceso, de la transformación.
Un monumento que me mira desde lejos y me sonríe cuando escucho esa voz.
El miedo asomado a la puerta, apenas imperceptible pero inundando la sala con su sola presencia.
¿Será él?
Y me cuestiono todo, analizo cada detalle,
todo importa, todo ha adquirido una dimensión inimaginable.
Cada mota de polvo brilla a trasluz aunque sea de noche.
La prisa se ha detenido y el tiempo se ha convertido en un juego,
en un exquisito calor que presiento se convertirá en fuego.
Las cicatrices vuelven a enrojecerse, a picar,
a recordarme que están ahí, que no puedo huir de ellas.
De nuevo suena el despertador y vuelvo a pensar en lo mismo cuando abro los ojos.



