- Buenas, una tila por favor.
- Mmm, tila no tenemos.
Ese fue el momento en el que me di cuenta de que en una cuidad como esta no hay tregua.
Podría haber buscado otro bar, pero preferí sucumbir a tus encantos Madrid y permanecer bajo el efecto del café kilométrico que circula por mis venas desde bien temprano.
Luces que conozco me acogen nada más verme, las pobres no saben que yo no las echo de menos, que mis ganas se han quedado arriba.
Comodidad es compartir una cerveza con quien puedes ser tú, felicidad es compartir tiempo rodeada de estrellas, perderte en sus conversaciones y sentir que tu sitio está ahí.
Ojalá..... Madrid.
Os dejo un artículo que me ha parecido muy inquietante
